La balanza turística argentina arrojó un saldo negativo de 2.329,3 millones de dólares en los primeros seis meses de 2025, según el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Entre enero y junio, los argentinos que viajaron al exterior gastaron 3.847,9 millones de dólares, mientras que los turistas extranjeros que visitaron el país dejaron apenas 1.518,5 millones. Esto significa que salieron más del doble de dólares de los que ingresaron al país por turismo.
El principal foco de pérdida se concentró en los aeropuertos de Ezeiza y Aeroparque, donde arribaron 1.096.000 turistas extranjeros con un gasto total de 1.312,8 millones de dólares, pero salieron 2.177.400 argentinos que gastaron en el exterior 3.034,4 millones. El resultado fue una brecha negativa de 1.721,5 millones de dólares solo en ese punto de acceso.
Córdoba también mostró un fuerte desequilibrio turístico. Por su aeropuerto, ingresaron 32.400 turistas internacionales que generaron ingresos por 24 millones de dólares, mientras que partieron 179.800 argentinos con gastos en el exterior por 241,8 millones. La diferencia porcentual entre ingresos y egresos superó el 450 por ciento.
Mendoza presentó la menor brecha entre dólares que entraron y salieron, pero igualmente cerró con saldo negativo. A nivel aéreo, ingresaron 74.200 turistas extranjeros que dejaron 89,5 millones de dólares, mientras que 95.400 mendocinos viajaron al exterior y gastaron 135,6 millones. La balanza fue negativa en 46 millones de dólares, una caída del 51 por ciento.
El panorama empeora al analizar los accesos terrestres. Por el paso internacional Cristo Redentor (Mendoza), entraron 74.800 personas, pero salieron 600.600 argentinos rumbo a Chile, lo que implicó una diferencia del 702,9 por ciento. Los visitantes dejaron 35,6 millones de dólares, mientras que el gasto de los argentinos en el país vecino ascendió a 261,3 millones.
El tráfico por vía marítima también arrojó cifras desfavorables. El Puerto de Buenos Aires recibió 116.100 turistas internacionales que generaron ingresos por 56,5 millones de dólares, pero desde allí salieron 226.200 argentinos con un gasto total de 174,6 millones. La diferencia negativa superó los 118 millones de dólares.
La explicación de esta tendencia está vinculada a factores económicos y cambiarios. El fortalecimiento del peso argentino y la flexibilización del cepo cambiario facilitaron el acceso al dólar oficial, lo que incentivó los viajes al exterior. Paralelamente, la Argentina dejó de ser un destino barato para los visitantes internacionales, perdiendo competitividad regional.
En el acumulado nacional, la diferencia entre ingresos y egresos se traduce en un desequilibrio estructural que preocupa al sector turístico. Aunque la conectividad aérea mejoró y se mantuvieron esfuerzos por sostener la demanda interna, el turismo emisivo sigue superando ampliamente al receptivo. La salida de divisas por turismo continúa presionando las reservas y deteriorando la balanza externa.
El desafío para el segundo semestre será revertir esta tendencia mediante una estrategia de promoción internacional, incentivos al turismo receptivo y políticas que mejoren la competitividad de la oferta nacional. Sin medidas estructurales, el turismo internacional seguirá representando una pérdida neta de dólares para la economía argentina.